Okey, decidí re hacer está historia porque me estaba quedando corta, demasiado corta, así que aquí vamos
Capítulo 1: La Traición Revelada
El sonido de los pasos de Tyler resonaba en las calles desiertas mientras corría sin dirección fija, intentando escapar de la tormenta de emociones que lo consumía. El frío aire de la noche quemaba sus pulmones, pero él no se detenía. Algo lo aplastaba por dentro, una sensación que no podía ignorar. Su teléfono vibraba incesantemente en su bolsillo, pero no tenía fuerzas para revisar los mensajes. No ahora.
Finalmente, llegó a su departamento, dejando caer la puerta tras de sí. Se desplomó en el sofá, el peso de la realidad cayendo sobre él como un manto oscuro. Miró su teléfono, que seguía vibrando sin parar. Sin ganas, lo tomó y revisó las notificaciones. Había decenas de mensajes, pero uno en particular llamó su atención. Venía de un amigo cercano, acompañado de un enlace. El texto solo decía: “Tyler, tienes que ver esto.”
Un mal presentimiento se instaló en su pecho, pero abrió el enlace. La pantalla del teléfono se iluminó con una imagen que cambió todo en un instante. Era una publicación reciente de Manao, el novio de su mejor amiga, Lilith. Tyler y Lilith habían sido amigos desde la infancia, inseparables, y por dos años ella había estado con Manao, confiando en él. Pero ahí estaba la traición, claramente visible: Manao besándose con Lucía, la amiga más cercana de Lilith después de Tyler.
El corazón de Tyler se aceleró, sintiendo cómo la rabia lo consumía. Manao se estaba aprovechando de que Lilith no tenía redes sociales, exhibiendo su infidelidad de manera pública sin temor a ser descubierto. Tyler no podía creerlo, pero la evidencia era innegable.
Al día siguiente, Tyler fue a la escuela con la cabeza a punto de explotar. Cada vez que veía a Manao, la ira burbujeaba en su interior. Pero lo peor fue verlo caminar despreocupadamente junto a Lilith, como si no hubiera cometido ninguna traición. Manao sonreía, tomándole la mano a Lilith, fingiendo que ella era la única en su vida. Tyler apretó los puños con fuerza. No podía soportarlo más.
Durante el recreo, mientras Tyler intentaba calmarse, los vio de nuevo: Manao y Lucía, juntos. Esta vez, la rabia fue más fuerte que su autocontrol.
-¡Manao! -gritó Tyler, lanzándose hacia él sin pensarlo.
Antes de que Manao pudiera reaccionar, Tyler lo había empujado contra una pared, agarrándolo por el cuello de la camiseta. Su furia era palpable.
-¡Eres un maldito traidor! -gritó Tyler, apretando los dientes-. ¡Estás traicionando a Lilith con su mejor amiga! ¿Cómo puedes mirarla a los ojos?
Lucía ya no estaba cuando Tyler soltó a Manao, desapareciendo en algún momento de la confrontación. Manao trató de decir algo, pero las palabras no salieron. Tyler lo soltó con desprecio, dándose la vuelta. Sabía que Lilith merecía saber la verdad, pero ¿cómo enfrentaría eso?
Tyler pasó el resto del día tratando de hablar con Lilith, pero ella lo evitaba, como si lo estuviera castigando. El miedo de que Manao hubiera inventado algo en su contra lo carcomía por dentro. Cuando finalmente Lilith se le acercó, su voz fue fría y distante.
-A la salida. En la cafetería -dijo, antes de alejarse sin darle oportunidad de hablar.
El resto del día, Tyler sintió la mirada de Lilith sobre él, como si ya lo hubiera condenado. Manao debió haberle dicho algo. Pero Tyler sabía que la verdad no podía ocultarse mucho más tiempo.
A la salida, Tyler fue a la cafetería, tal como ella había pedido. Allí estaba Lilith, cubierta como siempre: capucha, barbijo, guantes, ocultando su rostro y su piel. Parecía una barrera física y emocional, una protección contra el mundo. Pero Tyler podía ver la tensión en su postura. Sabía que esto iba a ser duro.
-Lilith, necesito que me escuches. No es lo que piensas -comenzó Tyler, su voz cargada de nerviosismo.
Pero Lilith no lo dejó terminar. De repente, lo empujó con fuerza, su ira estallando.
-¡¿Qué le hiciste a Manao?! -gritó, sus ojos encendidos de furia-. ¡¿Por qué lo atacaste?! ¡¿Qué demonios te pasa?!
Cada palabra era como un golpe, y Tyler sintió que su corazón se rompía un poco más. ¿Manao le había convencido de que él era el villano?
Intentó defenderse, trató de explicarle lo que había visto, pero Lilith no quería escucharlo. No todavía.
-¡Lilith, escúchame! Manao te está engañando. Con Lucía - Tyler intentó hablar con calma, aunque su voz temblaba-. ¡Mira esta foto!
Sacó el teléfono con manos temblorosas y le mostró la imagen. Lilith lo miró con incredulidad al principio, pero al ver la pantalla, sus ojos se ensancharon. La verdad estaba ahí, frente a ella. La duda se reflejó en su mirada por un momento, pero fue reemplazada por la ira.
Justo en ese instante, algo cambió. Tyler lo sintió antes de verlo. Al otro lado de la cafetería, Manao y Lucía caminaban tomados de la mano, besándose sin importarle nada más. No sabían que Lilith y Tyler los observaban.
El dolor que Lilith sintió al ver esa escena la paralizó por un segundo. Pero solo fue un instante antes de que la furia explotara dentro de ella. Se lanzó hacia ellos sin pensarlo, movida por la ira y el dolor.
-¡Lilith, espera! -gritó Tyler, corriendo tras ella.
Lilith alcanzó a Manao antes de que él pudiera reaccionar, y le dio un golpe directo en la cara. El impacto resonó en la cafetería, dejando a todos en silencio.
-¡¿Cómo pudiste hacerme esto?! -gritó Lilith con lágrimas en los ojos.
Manao se tambaleó hacia atrás, aturdido, mientras Lucía se cubría la boca, sorprendida.
-¡Lilith, basta! -Tyler la sujetó antes de que las cosas se descontrolaran aún más. La levantó en brazos y se la llevó de allí, alejándola del desastre que estaba a punto de ocurrir.
Solo cuando estuvieron lo suficientemente lejos, Lilith dejó de luchar. Se dejó caer en el suelo, agotada. Tyler la miró con compasión mientras ella se quitaba la capucha, el barbijo y los guantes. Por primera vez en mucho tiempo, Lilith se permitió ser vulnerable.
-No estás sola, Lilith. Estoy aquí -dijo Tyler, arrodillándose a su lado y abrazándola mientras ella rompía en llanto.
Tyler la sostuvo con fuerza mientras las lágrimas caían, sabiendo que, aunque la traición doliera, él estaría ahí para ella. Siempre.