92 días…
Sé que es duro… pero levántate, joder. Sé que duele, que cansa, que te destroza. Pero si algo he aprendido es que la vida, en su esencia, trata sobre el sufrimiento. Nos golpea, una y otra vez. La diferencia está en cómo recibes esos golpes. ¿Te quedas estancado, hundido en ese dolor que no te deja avanzar? ¿O tomas las riendas y decides cambiar lo que no te parece? Porque, así es la vida, la forma en la que toleras el dolor habla mucho de quién eres y cómo actúas.
¿No te dan ganas de hacer algo? Es natural. A mucha gente no le dan ganas de nada, pero ahí están, luchando. Luchando contra esa flojera, contra ese peso que a veces parece imposible de levantar. Porque si te dejas llevar, como yo lo he hecho en muchas ocasiones, te pierdes de algo importante: el proceso. Un proceso que, aunque esté lleno de dolor y dificultades, es lo que realmente te enseña. Y cada bajón, cada vez que sientes que no puedes más, es una oportunidad para aprender algo nuevo de ti mismo.
A mí también me da un bajón cuando algo escapa de mi control. Y eso me frustra. Pero la vida es así, no la podemos controlar del todo. Lo que sí podemos hacer es intentar cambiarla, intentar ser alguien mejor para transformar lo que no nos parece justo. Ese es el camino que estoy tomando, a pesar de los golpes, a pesar del dolor. Estoy buscando mi sueño, aunque a veces sienta que no lo lograré. Pero, ¿sabes qué? No importa cuántas veces me caiga o cuántas veces sienta que no estoy avanzando, lo seguiré intentando.
Mis pequeños sueños son importantes para mí, y aunque a veces parezcan imposibles de alcanzar, sé que los voy a lograr, cueste lo que cueste. Porque es lo que amo. Es lo que me impulsa a seguir viviendo. Y es lo que me va a mantener en pie, a pesar de todo el dolor que implique el proceso.
Entonces, pregúntate, ¿vas a dejar que el dolor te detenga? O, ¿vas a seguir adelante, a pesar de todo, en la búsqueda de lo que realmente te importa?