Bueno aqui en peru hay un centro de ingles y me meti a un concurso de cuentos de todo el peru y quede primer puesto (mi primer logro 
) ando re felizzz
aca esta el cuentito por si tienen curiosidad
Era un día soleado en la playa. Ahí se encontraban el mar y una nube cercana, charlando animadamente.
— ¡Ningún humano me ha vencido nunca! — fanfarroneaba el mar — ¡Siempre construyen sus casitas de arena, pero siempre las tumbo!
La nube y el mar hablaban de los días de playa y los humanos. El mar nunca perdía la oportunidad de presumir su poder y su grandeza.
— Oye, Mar. — llamó la nube. — ¿Y ese niño? ¿A él le ganarías? — dijo sarcásticamente. — Él se ve muy profesional.
El mar se quedó en silencio, mirando como un pequeño niño se acercaba al mar muy firme.
— ¡Mar! — dijo con su voz muy chillona. — No seas malo y déjame hacer mi castillo… Te voy a ganar — el niño puso su manita sobre la orilla del mar y luego se alejó corriendo —
Hubo un pequeño silencio. Al mar le resultó divertido e incluso tierno, aunque no lo admitiría.
— Es como si nos hubiera escuchado. — comentó la nube confundida. —
— Quizá tiene mucha imaginación. — repuso el mar y luego añadió. — Está construyendo su casita muy lejos, la tumbaré en la tarde. — se burló. —
Y llegada la tarde, tumbó el fuerte del niño mientras todas las nubes se agrupaban para mirar cómo las olas destruían suavemente la arena acumulada.
Al siguiente día, las nubes hablaban sobre la falta de compasión del mar.
— Nosotras también somos amables con los humanos de vez en cuando — comentaban. — Dejamos un espacio para que el Sol brille y les dé un bonito día.
— Ya cállense. — resopló el mar intentando no sentir compasión. — Ese niño ya no va a aparecer.
Se escuchó un murmullo divertido de las nubes y el Mar quiso saber por qué, así que miró alrededor confundido.
Era el niño, seguía construyendo su fuerte muy lejos de la orilla, aunque parecía triste al no haber encontrado su antiguo muro.
El mar observó cómo el niño y sus padres trabajaban en el sueño del niño toda la tarde, comprendiendo poco a poco el tierno esfuerzo que hacía el niño.
Llegada la noche, las nubes oscurecidas, se mantuvieron despiertas para ver qué hacía el mar.
Él no tocó el fuerte esta vez, las suaves olas acariciaron la arena, pero la dejaron intacta.
— ¡Bien hecho, Mar! Ese niño va a estar feliz de ver su casita de nuevo… — felicitaban las nubes animadamente.
— Si es que el niño regresa. — murmuró un poco apenado, lo había visto dos días seguidos con ternura viendo cómo actuaba al construir su pequeño fuerte.
El Mar se sentía orgulloso, esperó toda la mañana para ver la reacción de aquel niño. Ya cuando el sol se estaba ocultando, vio una pequeña silueta saltarina.
¡Era el niño! Se acercó con rapidez a su fuerte y lo abrazó con mucha fuerza. Entonces hizo algo inesperado, miró fijamente al mar y produjo un sonido muy legible: “Gracias”.
